martes, 3 de marzo de 2015

Misterio infinito...

Se esconde mi mente enmedio de aquel espejismo que, otra vez, suponen tus piernas. Tan bellas y placenteras. Mientras permanecemos solos entre éste misterio infinito.

Tú, la dueña de este corazón siamés, tan lejana que me duele. Es difícil asumir que te has vuelto mi droga, reemplazando al tabaco y dejando a mis labios resecos con resaca de tus besos.

Me drogo, con tus pensamientos.
Alucino, con un mundo sin tiranos y sin gente malvada.

Desde éste folio me desangro. Las últimas gotas de mi sangre manchada con las huellas de tu boca. Boca, de la cual tengo cruda.

Con la posibilidad más ínfima de que encuentre tus besos en la botella de la que bebo me encuentro, incluso en este instante, con cruda y cocinado por la calidez de tus brazos.

Tú, la poesía que antaño vengo escribiendo vuelta mujer. Igual de loca e irreverente que las letras de un chaval de dieciseis creyendose jarcor.
No necesito mezclar cinco drogas distintas para verte y comprender tus palabras revolucionarias. Palabras, tuyas, que rebotan en los rincones más profundos de mii mente. Como un enjambre de ideas, zumbantes, cua centenar de abejas.

Quisiera gritar la injusticia, pero tengo tu nombre atravezado en la garganta.
Quisiera dormir, pero tego tu imagen atravezandome los parpados.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Nadie me hace vibrar más que ella...

Y ella es la culpable de mis desvelos, de mis desdichas, de lo que hace que mis poemas tengan vida.
Cada noche frente al papel deja de ser de impotencia, de una inocencia perdida, cobra sentido mi existencia viendo una nueva luz cada día.
Ahora mi folio se llena con los versos más que perfectos que armo con los trozos de mi corazón tirados por el suelo.
Veo las cosas desde otra perspectiva, menos herida y desdichada que la otra, pero aún de la forma en que la amo a ella, prefiero observar las cosas desde lejos.
Lejos, donde nadie pueda intentar dañarme. Pero que tampoco la dañen a ella, porque mis palabras están ansiosas de defenderla.
Defenderla y darle el valor de ver cada día de una forma positiva, dejar de ver a este mundo como una mierda y simplemente que sea ella misma.
Que deje de temer ser ella misma, porque al fin al cabo venimos a este mundo a sufrir y a amar, siendo personas que se hieren y se lastiman.

lunes, 25 de agosto de 2014

Siempre esperandote, y termino encontrandome.

Creo... Que en esta vida todo tiene un precio, pero el precio a pagar es siempre injusto.
Aunque ya lo sabemos, que esta puta vida es injusta, que las heridas del alma son injustas, pero no podemos hacer nada...

Cuando te pagan con la peor moneda que puede existir, comprendes por fin la maldita deuda que ahora tienes con esta vida tan puta.
Que todo en esta vida son sacrificios, si, lo son.

Pero cuando escucho a Hasél y me desangro sobre el papel comprendo y entiendo todo eso que dejé atrás y que nunca jamás volverá.
Amigos que se quedaron en el pasado, familia que hace años que no vemos, parejas que se pierden en el olvido.
Todo eso, que somos capaces de mandar al carajo cuando encontramos a ese alguien que creemos que nos completa, pero que cuando nos muestra quien en verdad es, comprendemos lo valioso de cada momento.

Cada instante, por más ínfimo que sea, apreciarlo y darle su pequeño espacio en los más torcidos recovecos de nuestra mente y de nuestros recuerdos.
Y lo más importante, que es pasar cada segundo junto a los nuestros, porque solo ellos estarán siempre a nuestro lado sin importar lo que suceda.

Amigos van, amigos vienen; relaciones de pareja... Nunca duran.

Pero solo nosotros estaremos siempre para nosotros mismos. Incluso tal vez en este instante pienses que no tienes a nadie, pero siempre te tendrás a ti mismo.

domingo, 20 de julio de 2014

Sombras, sombras diurnas y extraños extrañados

Y te volviste una sombra, no una de esas que todo el mundo busca en el verano, no.
Una sombra, como aquellas de la noche que se apoderan de las  calles cuando el sol se oculta.

No importa cuantos candados y cerraduras ponga en mi puerta, tú, siempre te las ingenias para entrar. Atraviesas los senderos y claroscuros que se forman en mi sala de estar por las madrugadas, esas frías madrugadas en las que me abrazas y me ofreces tu gélido gesto.

Llega el amanecer. Tú, te escabulles, como siempre.
Huyes de aquellos primeros rayos con los que el sol anuncia un nuevo día.

Te escondes. Me persigues.
Te busco entre los recovecos de las frías y oscuras calles, pero nunca te apareces.

Me persigues a donde quiera que valla, y aunque yo no te puedo ver, sé que estás allí, a mi espalda, cubriéndome de todo aquello que me pueda hacer daño.

Y te lo agradezco.

Agradezco que estés siempre detrás de mí, en verdad, sin ti... No sería, simplemente no podría ser yo mismo.
Mantener esa entereza que me mantenga firme todo el día, todos los días.

A pesar de que físicamente no estás conmigo, siento que me acompañas siempre...

Y te extraño, pero no importa cuanto te extrañe, se que no volverás a estar a mi lado...

viernes, 18 de julio de 2014

Eres como las estaciones, ¿qué cómo? pues te diré...

Las brazas ardientes que conforman tu piel me abrazan, me acarician...

EL tacto dulce y terso de tus manos, abandonó mi cuerpo. Tal vez esa fue la señal que necesitaba para saber que la primavera se había ido para siempre...

Tus manos, que parecían flores de cerezo que acababan de abrir y limpiaban mi ser con su dulce aroma, habían sido reemplazadas por el fuego y las llamas, que al tacto con mi piel me quemaban, hacían arder aquellas viejas heridas que el invierno había dejado y que pensé que jamás volverían a abrirse.

Pero los días seguían...

Llegaron las lluvias de verano. Tus brazos, una vez en llamas, se habían extinguido y pudimos tocarnos de nuevo. Pero...

Las cenizas que ahora eran tus brazos eran tan frágiles, y al ver lo débiles que eran no me atrevía a tocarlos, porque creía que se desharían al instante.

Así pasaron los días y terminaron las lluvias.

Llegó el otoño y con el se fueron las hojas de encino con que estaban cubiertos nuestros cuerpos, quedando desnudos en un eterno final...

Hasta que el invierno llegó, y con el nos quedamos congelados por una pequeña eternidad, esperando a que llegase la primavera y derritiese nuestros cuerpos...

jueves, 19 de junio de 2014

...

¿Haz experimentado la soledad? Yo sí, una vez, y no quiero que se vuelva a repetir.
Es una huella horrible en mi alma.
Al momento de quedarme solo fue como me hubiera liberado de todas mis ataduras, fue una libertad sin igual.
Pero así como inmensa fue mi alegría fue profunda mi tristeza…

El peso de la soledad no se lleva en la espalda, sino en el corazón.
Es un peso vacío que se estanca en lo más profundo de tu ser y hace todos tus momentos llanos, vacíos, sin un sentir alguno.

Mis lagrimas caen y golpean el papel.

No quiero que vengas y me reclames si no conoces mi sentir, no conoces mis heridas ni mis cicatrices.
No conoces mi sufrir.
No estés esperando que rinda igual, que actúe igual, que mi comportamiento, mi actitud sean los de siempre, cuando tengo un dolor en el alma que no me permite avanzar.

No sé que esperas que haga, ¿qué sea igual o mejor que tú o los demás? A la mierda. Yo soy yo. Yo y mis heridas, yo y mis pesares, yo y mis cicatrices, yo y mis lunares.

Dices conocerme, pero ¿qué sabes en realidad de mi y mis demonios?

Mi eterno sufrir por el hecho de que quieren que sea igual que ellos, que haga lo mismo que ellos.
No quieren entenderlo, entiendan de una puta vez que no puedo.

No puedo y no quiero.

Maldita Babilonia que me encierra en una tumba de concreto y de asfalto, cubierto por la ciudad y sus estúpidos ciudadanos.
Me resisto, me niego a ser parte de Babilonia. Pero me ganan mis malditos sentimientos. La alegría de estar vivo; y la soledad, mi maldición y mi tormento.

lunes, 2 de junio de 2014

Viviendo entre domingos...

Y llegaste...

Llegaste como suelen llegar las aves huyendo del frío invierno del norte.
Llegaste como llega la inspiración de éste poeta decadente en las madrugadas.
Llegaste como aquel rayo de luz de luna que se escurre entre las persianas.

Y te quedaste...
Permaneciste inmóvil a mi lado, como si esperaras a que despertara.
Supiste ser aquella que comprendía todo lo que deseaba y anhelaba.
Creaste recuerdos imborrables en mi memoria, cuales cicatrices enterradas.
Y como tú no volvería a haber ninguna, tal vez. Era lo que yo pensaba.

El tiempo pasó...
Los ánimos en tu tierra natal volvieron a ser los de antes, y al ver que podías regresar, no dudaste ni un solo instante.
No pensaste en el mal que me causaba tu lejanía, y volví a ser el de antes.
Volví sobre mis pasos una vez más, alejándome...

Al año siguiente regresaste, y estabas radiante.
Fue como si nunca hubieras escapado de mi lado, pero yo, seguía esperándote.
No esperaba a la tú que volvió, esperaba a la de antes.
Fue como si tú te hubieras escapado entre vientos trepidantes.



Te fuiste. Nunca más te volví a ver. No sé que pasaría contigo.
Ahora, yo solo sigo viviendo entre domingos...