Te llevaría sí tú te dejaras llevar...
Un día te dije que me gustaría llevarte a navegar por las aguas de aquel lago, aquel lago en que se queda estancada el agua de lluvia durante los amaneceres.
Pero el tiempo pasó y nunca te llevé...
Las estaciones cambiaron y llegó el invierno. El paisaje se tornó gris y los pájaros huyeron hacia el sur en busca del calor que les arrebataba esa fría brisa.
Sólo quedé yo en esta vieja y gris cabaña en medio del bosque.
Cada día más viejo y mas sucio.
Sucio de amor y embriagado de vicios.
Cada día me sigo preguntando ¿por qué nunca te traje aquí?
¿Será por eso que este lugar perdió su magia?
Me lo sigo preguntando al mismo tiempo que las estaciones cambian, y una vez más llego el invierno.
Y con el invierno llegaste tú.
Después de aquella nevada no quise volver a salir...
Fue entonces cuando tu mano tocó a mi puerta. Me asomé por la ventana y pude divisar tu figura entre la nieve que caía. De inmediato te abrí la puerta y te invite a pasar al tiempo que te ofrecía una taza de café.
Y eras la misma tú de la que me enamoré una vez.
Y esa tarde que pasamos juntos se volvió eterna, eterna como los rizos de tu cabello que se extienden hacia el infinito.
Y te dejaste llevar, agarrada de mi mano dimos una vuelta por el lugar, te impresionaste por primera y fuimos capaces de ser infinitamente humanos.


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