domingo, 21 de septiembre de 2014

Nadie me hace vibrar más que ella...

Y ella es la culpable de mis desvelos, de mis desdichas, de lo que hace que mis poemas tengan vida.
Cada noche frente al papel deja de ser de impotencia, de una inocencia perdida, cobra sentido mi existencia viendo una nueva luz cada día.
Ahora mi folio se llena con los versos más que perfectos que armo con los trozos de mi corazón tirados por el suelo.
Veo las cosas desde otra perspectiva, menos herida y desdichada que la otra, pero aún de la forma en que la amo a ella, prefiero observar las cosas desde lejos.
Lejos, donde nadie pueda intentar dañarme. Pero que tampoco la dañen a ella, porque mis palabras están ansiosas de defenderla.
Defenderla y darle el valor de ver cada día de una forma positiva, dejar de ver a este mundo como una mierda y simplemente que sea ella misma.
Que deje de temer ser ella misma, porque al fin al cabo venimos a este mundo a sufrir y a amar, siendo personas que se hieren y se lastiman.