jueves, 19 de junio de 2014

...

¿Haz experimentado la soledad? Yo sí, una vez, y no quiero que se vuelva a repetir.
Es una huella horrible en mi alma.
Al momento de quedarme solo fue como me hubiera liberado de todas mis ataduras, fue una libertad sin igual.
Pero así como inmensa fue mi alegría fue profunda mi tristeza…

El peso de la soledad no se lleva en la espalda, sino en el corazón.
Es un peso vacío que se estanca en lo más profundo de tu ser y hace todos tus momentos llanos, vacíos, sin un sentir alguno.

Mis lagrimas caen y golpean el papel.

No quiero que vengas y me reclames si no conoces mi sentir, no conoces mis heridas ni mis cicatrices.
No conoces mi sufrir.
No estés esperando que rinda igual, que actúe igual, que mi comportamiento, mi actitud sean los de siempre, cuando tengo un dolor en el alma que no me permite avanzar.

No sé que esperas que haga, ¿qué sea igual o mejor que tú o los demás? A la mierda. Yo soy yo. Yo y mis heridas, yo y mis pesares, yo y mis cicatrices, yo y mis lunares.

Dices conocerme, pero ¿qué sabes en realidad de mi y mis demonios?

Mi eterno sufrir por el hecho de que quieren que sea igual que ellos, que haga lo mismo que ellos.
No quieren entenderlo, entiendan de una puta vez que no puedo.

No puedo y no quiero.

Maldita Babilonia que me encierra en una tumba de concreto y de asfalto, cubierto por la ciudad y sus estúpidos ciudadanos.
Me resisto, me niego a ser parte de Babilonia. Pero me ganan mis malditos sentimientos. La alegría de estar vivo; y la soledad, mi maldición y mi tormento.

lunes, 2 de junio de 2014

Viviendo entre domingos...

Y llegaste...

Llegaste como suelen llegar las aves huyendo del frío invierno del norte.
Llegaste como llega la inspiración de éste poeta decadente en las madrugadas.
Llegaste como aquel rayo de luz de luna que se escurre entre las persianas.

Y te quedaste...
Permaneciste inmóvil a mi lado, como si esperaras a que despertara.
Supiste ser aquella que comprendía todo lo que deseaba y anhelaba.
Creaste recuerdos imborrables en mi memoria, cuales cicatrices enterradas.
Y como tú no volvería a haber ninguna, tal vez. Era lo que yo pensaba.

El tiempo pasó...
Los ánimos en tu tierra natal volvieron a ser los de antes, y al ver que podías regresar, no dudaste ni un solo instante.
No pensaste en el mal que me causaba tu lejanía, y volví a ser el de antes.
Volví sobre mis pasos una vez más, alejándome...

Al año siguiente regresaste, y estabas radiante.
Fue como si nunca hubieras escapado de mi lado, pero yo, seguía esperándote.
No esperaba a la tú que volvió, esperaba a la de antes.
Fue como si tú te hubieras escapado entre vientos trepidantes.



Te fuiste. Nunca más te volví a ver. No sé que pasaría contigo.
Ahora, yo solo sigo viviendo entre domingos...